Solo en el año 2013, Nicolás Maduro recibió 35 millones de dólares de manos de Odebrecht para su campaña presidencial. El primer mandatario de Venezuela llegó al Palacio de Miraflores con apoyo del mismo conglomerado brasileño que hoy enfrenta el mayor escándalo de corrupción de toda América Latina. Les garantizó las mismas condiciones de las que ya gozaban con su antecesor y mentor, Hugo Chávez.
Maduro nunca se reunió directamente con los brasileños pero sí el coordinador de su campaña electoral, Américo Mata, que en nombre del gobierno venezolano pidió 50 millones de dólares para garantizar pagos al día y, en lo sucesivo, eventuales contratos de obras por venir.
Fue en Gourmet Market de El Rosal, en el este de Caracas. Allí, Mata tuvo no una ni dos, sino tres reuniones con el director ejecutivo de Odebrecht en Venezuela, Euzenando Azevedo, quien se comprometió a cancelar 35 de los 50 millones de dólares que le pedían para cerrar un trato, cuyos detalles reposan desde el 15 de diciembre pasado en la sede que la Procuraduría General de Brasil tiene en el estado de Sergipe, donde rindió su testimonio ante los procuradores Heitor Alves Soares y Leonardo Cervino Martinelli.
El emisario del gobierno, Américo Mata, es una pieza transversal en el engranaje del chavismo, que ha ido subiendo peldaños a la vera del diputado Elías Jaua. No en vano, heredó la presidencia de Corpomiranda –la Corporación de Desarrollo de la Cuenca del Río Tuy Francisco de Miranda– cuando su padrino político abandonó el cargo para lanzarse a la Asamblea Nacional. Antes lo acompañó en el sector agrícola al frente de organismos como el Instituto Nacional de Desarrollo Rural (Inder) donde –las vueltas de la vida– conoció a Azevedo y otros de los representantes de Odebrecht encargados de levantar obras como el Proyecto Agrario Integral Socialista José Inácio de Abreu e Lima, que prometía para el oriente venezolano –al sur del estado Anzoátegui– una ciudad agrícola aún inconclusa, con sistemas de riego para 35.000 hectáreas y casi 500 viviendas para campesinos.
PSUV violó el control cambiario
Con una factura de al menos 640 millones de dólares, el proyecto agrícola hoy se encuentra a medio andar. Pero de aquellos años a Mata le quedaron –cuando menos– los nombres clave del gigante de la construcción brasileña, para pasarles raqueta en nombre del Partido Socialista Unido de Venezuela. “Todas las empresas van a ayudar y ustedes, que son de las grandes, deben dar 50 millones”, dijo, a lo que Azevedo accedió, pero con condiciones.
“Yo le pedí que el candidato si ganase mantuviese nuestras obras como prioritarias en su gobierno, ya que eran contratos de la administración anterior, del presidente Chávez, y a pesar de la continuidad, él (Maduro) podía tener otro tipo de intereses”. Eso confesó el representante de Odebrecht el 15 de diciembre de 2016, en compañía de sus abogados, Carla Domenico y Sergio Ferraz de Campos, tras acogerse a la delación premiada (o colaboración eficaz), que ha permitido a las autoridades brasileñas investigar la trama de corrupción del caso Lava Jato, a través de testigos protegidos que confiesan a cambio de beneficios procesales.
La plana mayor de Odebrecht y otras de las contratistas involucradas han venido cantando desde entonces. De a cuentagotas, como si se tratara de una novela por entregas, 78 de los cerebros de las empresas y sus respectivos operadores financieros –los llamados doleiros– han ido colaborando. Así se ha armado el rompecabezas de una maraña de sobornos y favores políticos que hoy tambalean los cimientos de Brasil y buena parte de la región.
A finales del año pasado Azevedo terminó narrando cómo Odebrecht financió a Maduro con depósitos furtivos, que escaparon de cualquier control fiscal o cambiario.
No precisó detalles de las transferencias bancarias; solo dijo que el llamado Departamento de Operaciones Estructuradas –un eufemismo que encontraron en Odebrecht para evitar presentarse como la unidad de sobornos y comisiones– giró depósitos antes, durante y después de la elección –entre marzo y junio de 2013– a nombre de varias empresas offshore proporcionadas por Américo Mata, quien ha ido y venido por el gobierno con cargos de poder que van desde viceministro de Economía Agrícola e integrante de la extinta Comisión Nacional de Administración de Divisas (Cadivi) hasta directivo de Hidrocapital, el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE) y la Corporación Nacional Barrio Nuevo, Barrio Tricolor.
A Capriles le dieron $15 millones
Los del PSUV burlaron las leyes y los controles que han levantado en 18 años. Tras la Constituyente de 1999, el ex presidente Chávez y sus aliados cerraron los caminos para el financiamiento de la política por vía oficial, pero además pusieron trabas a cualquier ayuda proveniente del extranjero. Si la Ley de Ilícitos cambiarios exige declarar y convertir cualquier divisa a la tasa oficial, la Ley de Procesos Electorales es aún más clara cuando advierte –en el artículo 75– que se prohíbe la propaganda electoral “financiada con fondos de origen extranjero”.
Para congraciarse con sus aliados del gobierno venezolano, Odebrecht se saltó las disposiciones de ley. Pero como en el resto de América Latina, hizo lo mismo con la oposición. La revista Valor Económico de Sao Paulo sorprendió en mayo advirtiendo que la constructora había apoyado a Capriles en la campaña contra Chávez. Un nuevo legajo de documentos inéditos –filtrados para este reportaje– ahora añaden que dieron aún más al año siguiente en la carrera contra Maduro.
A la muerte de Chávez y con las encuestas no tan claras, el gigante de la construcción brasileña apostó también por la opción que abanderaba el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski. A su campaña abonaron 15 millones de dólares que depositaron en el exterior, según sostuvo en Brasil el ya célebre embajador de Odebrecht en Caracas, Euzenando Azevedo.
Para agradecerle el gesto, Azevedo afirmó que el propio Capriles lo invitó a su casa una noche, a pocos días de aquel 14 de abril en el que el Consejo Nacional Electoral anunció la victoria de Maduro por un escaso margen de 1%. Al virrey de Odebrecht en Venezuela le sorprendió que el propio candidato fuera a la cocina para buscarle personalmente un vaso de agua. “Para mí es un honor ser servido por el Presidente de la República”, le respondió en una anécdota que le saca sonrisas aún bajo el rigor de los interrogatorios judiciales.
Esa noche Capriles garantizó que Odebrecht se mantendría en Venezuela aun después del chavismo. “Nunca traté nada con él directamente sobre alguna ayuda financiera, pero estaba inferido que había ayudado y de manera muy cariñosa me agradeció y enfatizó que si ganase no tomaría ninguna actitud contra los contratos”.
A contracorriente del escándalo de ahora, el nombre de Odebrecht entonces estaba rodeado de un halo de éxito. Bien servía al candidato de la oposición rodearse de lo más “selecto” del empresariado brasileño; salía más costoso para los empresarios explicar al chavismo las razones de una foto con su contendor, que para el líder de una oposición ávida de votos y mecanismos de financiamiento.
El eco de la llamada operación Lava Jato muestra que más allá de la corrupción, los sobornos y los sobreprecios, las constructoras de Brasil también se preocuparon por apoyar hasta las campañas electorales de los débiles. Pero en política no hay nada gratis y en contraprestación, los brasileños siempre demandaron que ningún viraje político los sacara de juego.
Ya en la campaña anterior le giraron, mediante empresas registradas en paraísos fiscales, 2 millones de dólares que fueron acompañados con la misma demanda. Capriles y Azevedo se conocieron en 2012 a través de un constructor venezolano llamado Benito Rodríguez, cuya empresa era subcontratista de Odebrecht. El candidato entonces aseguró que respetaría los contratos. Que sí, que tranquilos, que no se preocupen. Así como a Estados Unidos le garantizó mandar el mismo petróleo que vendía Chávez y a los cubanos que quisieran quedarse les abriría las puertas, a los brasileños les prometió no rescindir sus contratos.
“Nuevamente yo decidí ayudar a Capriles, y fue una ayuda sin mucha burocracia”, contó Azevedo sobre la campaña de 2013. “Tuve una reunión con el candidato de nuevo reforzando con él la necesidad de que si ganase no perjudicase, y volvió a insistir en que sí: ‘como le dije la otra vez, si yo ganara las obras son prioritarias, voy a continuar con las obras, no tenga la menor preocupación’”.
La lista de los mil sobornados
Los acercamientos de Odebrecht con cualquier gobierno empezaban con la campaña electoral. Era un apoyo al dirigente y al partido político, que luego abría otras puertas. Eso declaró esta semana el abogado brasileño, Rodrigo Tacla, que según refiere, formó parte del Departamento de Operaciones Estructuradas de la compañía. “El primer contacto se establecía en la campaña electoral”, dijo en España en entrevista con el diario El País. “Odebrecht corría con los gastos del marketing político de los candidatos”.
Tacla incluso advirtió sobre fiestas con prostitutas importadas de Brasil para ocasiones especiales en Panamá y República Dominicana. “La constructora sobornó a más de 1.000 personas en el mundo”, dijo, y en Venezuela la lista está encabezada por el mismo mandatario que hoy plantea refundar el país mediante una Asamblea Nacional Constituyente.
No en vano, aún antes de recibir fondos para su cruzada, Maduro entregó maletines de dinero para correr con los gastos de la última campaña de Chávez. En total, fueron 11 millones de dólares que el entonces canciller de la República sacó de su despacho en cash. “Maduro recibía a Mónica (la publicista Mónica Moura) en su despacho, le entregaba maletines de dinero y le proporcionaba una escolta para brindarle seguridad durante el recorrido de la Cancillería a la Productora”, señalan documentos desclasificados por la Suprema Corte de Brasil.
Hasta ahora, sin embargo, ni él ni nadie ha encarado el tema. Capriles no respondió para esta publicación, tampoco Maduro ni sus colaboradores. Aunque se pudo contactar al intermediario del gobierno venezolano, Américo Mata, en el mismo número de teléfono que antes respondía llamadas de periodistas. La comunicación finalizó inmediatamente después de mencionar la palabra Odebrecht. “¿Aló? ¿Aló?”.
(*) Este reportaje es parte de las publicaciones de la Red de Investigaciones Periodísticas Estructuradas, integrada por periodistas de Armando.info en Venezuela; La Nación de Argentina; La Prensa de Panamá; Sudestada de Uruguay; e IDL-Reporteros de Perú.