Nadie que tenga memoria olvida esos tiempos. En los años 80 y comienzos de los 90 el valle del Alto Huallaga era el centro mundial de la producción de coca para el narcotráfico. En ningún otro lugar se producía una cantidad comparable de pasta básica de cocaína como la que el Valle exportaba todos los días a través de decenas de vuelos desde una multitud de campos de aterrizaje desde Monzón hasta Campanilla.
Un puente aéreo incesante, que solo se interrumpía en las fiestas de fin de año, compuesto por decenas de avionetas en vuelos de ida y vuelta, que despegaban del Huallaga con cargamentos de pasta básica de cocaína, rumbo a Colombia, a los entonces gigantescos laboratorios (como el de Tranquilandia, por ejemplo), donde la droga se refinaba en clorhidrato de cocaína, antes de proseguir el viaje al gran mercado de consumo de entonces, los Estados Unidos.
Para tener una idea de la producción de droga en esos años, basta saber que hacia 1992, solo en el Valle se cultivaba la misma extensión de cocales que hoy existen (según estimado de las Naciones Unidas) en todo el país: 61,200 hectáreas.
El Alto Huallaga era una colonia económica de las megamafias colombianas, con predominancia primero de la de Medellín y luego la de Cali. Aquí, en medio de gran derroche, gran pobreza y mucha violencia, los representaban sus intermediarios, las grandes ‘firmas’ del narcotráfico en el Huallaga, con traficantes de nombres tan pintorescos y rutinas tan letales como ‘Vaticano’, ‘el Vampiro’, ‘el Tigre’, ‘Machi’, ‘el Ministro’.
Después que Sendero Luminoso alcanzó predominancia militar en el Huallaga, los narcos tuvieron que aceptar sus condiciones. Los que no, como ‘Machi’, fueron barridos después de combates sangrientos.
‘Artemio’ estableció una ‘balanza única’ para el pesaje de la droga y fijó los precios de la pasta básica de cocaína en Uchiza, entonces el corazón del narcotráfico en el Perú.
El Comité del Huallaga, según indicó IDL-Reporteros en el reportaje “‘Artemio’ y el narcotráfico”, se convirtió en el apoyo logístico más importante de Sendero Luminoso por el cobro de cupos al narcotráfico.
El puente aéreo que había permitido que cantidades industriales de pasta básica de cocaína llegaran a diario a Colombia, fue cortado mediante una eficaz interdicción aérea cuyo éxito estratégico fue evidente en 1995. Entonces la economía de la droga colapsó, los precios de la hoja de coca y la droga cayeron por debajo del costo de producción. Los cocales se abandonaron y perecieron. Fue la única erradicación eficaz en la historia de la lucha contra el narcotráfico, sin que se arrancara manualmente una sola planta.
Cinco años después, en el dos mil, solo quedaban 13,600 hectáreas de cocales en el Huallaga.
Han transcurrido 17 años desde 1995. El narcotráfico en el Alto Huallaga ha cambiado, y mucho.
El área es casi la misma que en el dos mil: 13 mil 25 hectáreas según las Naciones Unidas.
El comercio de la droga ya no está controlado por grandes firmas locales, sino por clanes familiares, acopiadores y productores fundamentalmente de clorhidrato de cocaína. Los colombianos ya no tienen el dominio de la zona.
Hasta antes de su captura, en febrero pasado, ‘Artemio’ mantenía el cobro de cupos a algunos clanes familiares (en cantidades significativamente menores si se compara con los 80 y 90) y pequeños traficantes. Otros le pagaban-por intermedio de integrantes de Sendero-para garantizar la seguridad en el traslado de la droga a través de mochileros y mulas. SL-Huallaga, a diferencia de la década de los 80, tenía sembríos de hoja de coca y pozas de maceración.
¿Cuánta droga produce el Huallaga?
El Huallaga concentra 13,025 hectáreas de cocales, que representa el 21.3% del total de hectáreas a nivel nacional, de acuerdo con el último monitoreo de cultivos de hoja de coca de la UNODC (la oficina de las Naciones Unidas sobre drogas y criminalidad).
Un cálculo mesurado arrojaría que los ingresos posibles por la producción potencial de clorhidrato de cocaína en el Huallaga, en el 2010, pudieron ser de 124 millones 590 mil dólares.
La UNODC sostenía hasta el 2009 que se necesitaban 375 kilogramos de hoja seca para producir un kilo de clorhidrato de cocaína. Y que el promedio nacional vigente de producción de hoja de coca por hectárea de cultivo es de 2.2 toneladas métricas. La DEA (Drug Enforcement Administration, del Departamento de Justicia de EEUU) mantiene, en ese como en otros aspectos, cálculos diferentes.
Si se quiere tener una idea de las cómicas, casi grotescas contradicciones en los estimados supuestamente técnicos sobre la producción de cocaína por hectárea de coca en Colombia, Perú y Bolivia, vale la pena leer el reciente informe de WOLA (El Washington Office on Latin America) sobre el tema. (El informe, por ahora, está solo en inglés).
Pese a esas distorsiones, puede decirse que una de las cualidades de la hoja de coca del Huallaga es su rendimiento. Los ‘cocineros’ emplean menor cantidad de hoja para producir un kilo de clorhidrato de cocaína.
¿La razón? la concentración de alcaloide de cocaína es mayor que la originaria de otras cuencas cocaleras.
El 2004, la llamada Operación Breakthrough, de la DEA, elaboró un informe sobre volúmenes de producción de coca en el Perú.
Un equipo de investigadores locales entrevistó, entre 2003 y 2004, a campesinos de 145 localidades del VRAE y del Huallaga, hicieron mediciones de la biomasa de 227 sembríos de coca y obtuvieron más de 2300 muestras de hoja para análisis forense.
El informe señala que si bien “el VRAE tiene el potencial de producir 156 por ciento más cocaína base por año que una hectárea similar de coca en el Huallaga Central” (por la densidad de hoja de coca por hectárea), el Huallaga tiene la hoja de coca con los niveles más altos de alcaloide de cocaína.
“(En el Huallaga) Sembramos 80 mil plantas por hectárea. En el VRAE ponen de 100 mil a 120 mil plantas por hectárea”, indicó a IDL-Reporteros Serafín Luján, secretario general de la Conpaccp (Confederación Nacional de Productores Agropecuarios de las Cuencas Cocaleras del Perú).
Eso significa, según diversas fuentes consultadas por IDL-Reporteros, que se requiere alrededor de 230 kilos (20 arrobas) de hoja de coca seca para un kilo de clorhidrato de cocaína, mientras que para el VRAE se necesita por encima de los 250 kilos de hoja.
Si consideramos las cifras de la UNODC de rendimiento de 2.2 toneladas métricas por hectárea, el Huallaga habría tenido la capacidad potencial de producir casi 125 (124.59) toneladas de clorhidrato de cocaína en 2010.
En el Huallaga, a diferencia del VRAE, el mayor porcentaje de droga que se exporta es clorhidrato de cocaína. El precio de un kilo de pasta básica lavada varía entre $600 y $800, y el de clorhidrato de cocaína fluctúa entre $950 a $1100.
Un cálculo mesurado arrojaría que los ingresos posibles por la producción potencial de clorhidrato de cocaína en el Huallaga, en el 2010, pudieron ser de 124 millones 590 mil dólares.
Conforme se va alejando la cocaína del Huallaga, como se vio en el caso del VRAE, su precio aumenta. Un gran porcentaje del clorhidrato de cocaína que sale del Huallaga va hacia el norte del país, para ser enviado vía marítima en embarcaciones ‘preñadas’ o en contenedores.
Siguiendo esa ruta, en Lima un kilogramo de clorhidrato de cocaína cuesta $1,500, al llegar a Chimbote tiene un precio de $1,600, en Piura su valor se mantiene, y en Tumbes puede bordear los $2,000.
Otro porcentaje de la droga va a la frontera con Bolivia, al Trapecio Amazónico, y Palcazú, en la provincia de Oxapampa. Este último lugar es utilizado más bien como centro de operaciones y de acopio de algunos de los clanes del Huallaga, que envían cargamentos de droga en avionetas hasta la frontera con Bolivia y Brasil.
¿Quiénes integran los clanes del Huallaga y cómo trafican la droga? En la siguiente entrega de este informe, el jueves 2 de agosto.
Nota: Para la investigación del presente informe, IDL-Reporteros entrevistó, a lo largo de varias semanas, a policías, agentes, analistas y funcionarios con experiencia en la lucha contra el narcotráfico en el Perú. A la vez, se revisó miles de páginas de documentos diversos: apreciaciones y análisis de inteligencia, atestados policiales, panfletos partidarios, informes de organismos internacionales. Finalmente, se utilizó todo el material de reportajes sobre el narcotráfico y Sendero hechos por IDL-R en los últimos dos años y medio.
Por razones de seguridad, IDL-R no mencionará el nombre de ninguna de las fuentes que colaboraron con este reportaje, excepto aquellas que explícitamente aceptaron ser nombradas. A todos quienes contribuyeron con su notable conocimiento en la producción de este reportaje, IDL-Reporteros les expresa su profundo agradecimiento.