El nombramiento formal de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez para dirigir en forma unificada las investigaciones del caso Lava Jato, publicada el día de hoy en El Peruano, es un gran acierto que bien puede encaminar el caso a una conclusión relativamente pronta y exitosa.
La medida simultánea de separar al fiscal Hamilton Castro de la conducción del caso era necesaria, aunque pudo esperarse su retorno al país para comunicarle personalmente esa decisión.
Durante el largo tiempo que Castro tuvo la investigación bajo su cargo, los avances fueron pocos y lentos. Comparativamente los que lograron Vela y Pérez Gómez en un período mucho más corto – y solo dentro del ámbito de lavado de activos vinculados con el proceso electoral–, fueron claramente mayores y mejores.
La relación de confianza y colaboración entablada con los fiscales brasileños, fue crucial para obtener esos logros. Como se sabe, gracias a su trabajo y el de la Policía Federal, los procuradores [fiscales] federales de Brasil rompieron, entre 2014 y fines de 2016, la resistencia de las corporaciones corruptas y las forzaron a entrar en un sistema de delación premiada que llevó a multitud de confesiones, reconocimientos de culpa, castigos, pagos de multas y reparaciones, reforma profunda de las corporaciones penitentes y, sobre todo, la ruptura y destrucción de los esquemas de corrupción que habían dominado la obra pública brasileña a través de su historia.
La cooperación, desde el año pasado, con las fiscalías de lavado de activos peruanas, bajo los apremios de la ley brasileña, llevó a una serie de confesiones sobre los procesos electorales (pues sobre nada más podían preguntar) previos, que proporcionó sólidos datos para una continuación sustantiva de las investigaciones en el Perú.
Nada de eso sucedió, pese al largo tiempo que tuvo, con el equipo especial que lideró Hamilton Castro. Además, la notoria enemistad con el equipo de lavado de activos, hizo virtualmente imposible toda cooperación.
En medio de los cuestionamientos que enfrenta el nuevo fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, esta temprana decisión suya debe ser considerada como lo que es: un paso enormemente positivo, que abre una perspectiva de éxito en la trascendental investigación del caso Lava Jato.
El avance simultáneo en el caso Lava Juez será otro factor muy positivo para la investigación de Lava Jato. En la medida que los círculos más evidentemente corruptos del sistema judicial sean revelados y procesados – o por lo menos obligados a un largo repliegue – la investigación de Lava Jato tendrá mucho mayores posibilidades de avanzar sin sabotajes ni distorsiones en todos los niveles de la administración de justicia.
Es por eso de importancia capital que esa medida –los nombramientos de Rafael Vela y José Domingo Pérez Gómez para conducir las investigaciones del caso Lava Jato– sean defendidos por las fuerzas y organizaciones de la sociedad civil que luchan por la democracia y contra la corrupción.